sábado, 30 de octubre de 2010

Siervos del atarceder

Mientras las hojas caían de aquella inmensa arboleda, nos quedamos mirando en un punto de aquel horizonte impenetrable, sentados en el banco de madera, que, gastado por los años pertenecía a la propia naturaleza, cubierto de musgos y rodeado de hojarasca, se convirtió en nuestro trono durante ese día.

Veíamos formas impuras caminar a nuestro alrededor, e invadían con sus miradas lascivas escaneando nuestras frentes, intentando leer nuestros pensamientos. Y aunque teníamos cerebros prácticamente impenetrables, nuestras lágrimas caían a ese mar de hojas, tan débiles...

Llegó el momento de las decisiones, durante meses habíamos cavado nuestra propia tumba y nos habíamos liberado de esa carga emocional que nos ataba, y ahora... ahora sabíamos como pensaban los demás, habíamos descubierto esa barrera antes infranqueable.
Eramos semidioses... quizás algo malvados, pero semidioses. Y siempre teníamos en nuestros hombros un estandarte, que en un futuro muy cercano, volvería a ser el ítem por el que nos venerarían.

Ante esa circunstancia, sentados en nuestros tronos, sufriendo momentáneamente y creyéndonos algo importante, decidimos abandonarnos a nuestra suerte, divagar hasta las tantas, seguir urdiendo un plan en el que al final... seríamos reyes.

Almaw Onthebridge

1 comentario:

  1. http://cartasdeidigoras.blogspot.com/2010/10/querida-almaw-he-perdido-mucho-el.html

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