Amigo Idigoras…
No sabes cuánto me reconforta leer tus cartas, sobre todo sabiendo lo difícil que es juntar los segundos para escribirlas.
La vida en la ciudad es rápida, violenta y llena de humo. Y sus paraguas podrán lastimarte sin remordimientos. Sin embargo siguen sin saber a quién atacan, no lo saben ellos ni sus dueños. Y eso también es bueno. Recuérdalo.
Si por el contrario vives perdida en medio de la nada, todo es distinto. Nunca recibes un ataque anónimo. Todos van firmados. Así que cuando llegan ya no puedes echar las culpas al azar.
Mi semana también ha sido fructífera para pensar, aunque no siempre me acuerdo de lo que he pensado. Es como soñar. Pero algunas veces, las mejores, se me queda una pequeña idea, que me vuelve a guiar al tema original.
¿Y sabes qué? También estuvo lloviendo aquí. Dejé todo atrás y anduve unos minutos hasta llegar a un montón de hojas secas. ¡Como cuando tenía diez años! Luego, sentada encima de las hojas dejé que las gotas de lluvia fueran limpiando todo lo sucio y todo lo malo que me rondaba. Por eso ahora soy optimista, la lluvia se ha llevado toda la niebla que no me dejaba ver lo que iba a pasar. Y ya lo veo, ya lo sé. Vamos a llegar más allá de lo que puedas pensar.
Ahora ya lo sabes. Sal de tu guarida. Machaca todos los paraguas. Deja que la lluvia te aclare el camino. Y cuando lo veas, me escribes.
Te quiere,
Almaw Onthebridge